Una vida sin misión no es vida

Una vida sin misión no es vida

“Hice muchas cosas, pero esta ha sido la mejor experiencia de mi vida”.

“He sentido, literalmente, la presencia de Dios cada día de la misión”.

“He visto milagros de Dios en esta misión”.

“Esta misión me ayudó a definir la carrera que quiero estudiar el año que viene”.

“Yo tenía mucho vértigo; pero, aquí en la misión, Dios me ayudó a trabajar a seis metros de altura en una construcción y me sacó ese miedo”.

“Yo quiero venir el año próximo a la siguiente misión que se organice”.

Estas son algunas de las frases y comentarios de los chicos del nivel medio del Instituto Superior Adventista de Misiones (ISAM) en el programa de testimonios al cerrar la misión Amazonas 2.0, que se realizó del 16 al 29 de septiembre de 2019. En total, fuimos 18 alumnos del nivel medio y 9 adultos. Participamos de una experiencia intensa, muy enriquecedora e inolvidable, sirviendo a dos comunidades de las riberas de los poderosos ríos de la cuenca del Amazonas.

La reunión de testimonios duró más de dos horas, porque casi todos tenían mucho para contar. Todos sentimos la bendición enorme de poder ser usados por Dios para hacer una obra que él mismo planificó y dirigió (Efe. 2:8-10). Porque solo quien es movido por el Espíritu del Señor está dispuesto a desembolsar una gran suma de dinero para ir a trabajar en un ambiente extremo, lleno de dificultades. Pero ninguno se arrepintió de haberlo hecho. Al contrario, todos deseábamos extender nuestra estadía allá, o al menos regresar otra vez,  porque el gozo de sentirse usado por el Señor en su obra de restaurar y salvar a la humanidad no tiene comparación. Una madre, algunos días después de concluida la misión, me contó que el hijo le dijo: “Cada peso que gastaron para que yo pueda ir ha sido bien invertido, pues me ayudó muchísimo y me cambió la forma de pensar. Ahora sé que quiero servir a Dios toda la vida”.

Nuestra misión comenzó luego de llegar en avión a la ciudad de Manaos. Desde el aeropuerto, un ómnibus nos llevó hasta la base del ministerio Salva Vidas Amazonia. Luego de una noche de descanso, nos preparamos para salir a nuestra misión de diez días a bordo de un hermoso barco de madera de dos pisos.

La mayoría de las comunidades de las riberas de los ríos solo son accesibles por agua. El régimen anual de crecida de los ríos hace imposible tener rutas terrestres, por causa de la escasa cantidad de tierras no inundables. Los ríos son las rutas para el transporte de pasajeros, de cargas y de servicios. Se pueden ver lanchas “colectivo”, casas flotantes, barcos que son clínicas de salud, agencias de banco navegantes y hasta una iglesia adventista que navega.

En Costa de Aruaná

Los primeros días de nuestra misión estuvimos en Costa de Aruaná, una comunidad donde la vida es simple, la gente vive de la pesca todo el año y de lo que puede sembrar cuando baja el nivel del río, entre agosto y septiembre. Luego cosechan lo sembrado justo antes de que la crecida anegue toda la región, aproximadamente en abril o mayo. Por esa razón, las casas en esa región están construidas sobre postes de 1,5 a 3 metros de altura, dependiendo de la altura de la tierra donde se las construye. Pero, eso sí, casi todas las construcciones están a la orilla del río para un acceso rápido a las embarcaciones, que son, prácticamente, el único medio de transporte de la región.

La única presencia estatal en la comunidad es una escuela a la cual la mayoría de los niños llegan en el transporte escolar: una antigua lancha de pasajeros. No hay centros de salud, ni policía ni servicios básicos. Solo hay un par de despensas multirrubro, que venden desde alimentos hasta combustible e insumos para las lanchas.

En esa región hay muchas poblaciones y bastante movimiento de lanchas y embarcaciones mayores. Hay algunas personas que tienen ganado y hay grandes zonas deforestadas. Hace mucho calor las 24 horas, todos los días del año. Hay muchos yacarés, que nunca se acercan a los humanos, porque son fáciles de cazar.  También hay muchas aves hermosas e iguanas, y abundan los mosquitos, sobre todo a la tardecita y durante la noche.

Durante esos diez días, el barco se convirtió en nuestra casa, donde dormíamos en “hamacas” (redes) con mosquiteros; comíamos sentados, pero sin una mesa, y nos bañábamos en duchas con el agua del río. Sin embargo, aunque las comodidades no eran óptimas, sabíamos que estábamos allí para servir, no para relajarnos y vacacionar.

Allí, nos tocó hacer varias tareas. Un equipo estuvo trabajando en la construcción de una casa que será una vivienda permanente para misioneros voluntarios. Otros equipos realizaron visitas misioneras, juegos y actividades para niños, y atención médica en la escuela local y en las casas de quienes no se podían trasladar.

La misión y el servicio se vivieron con mucha intensidad. Cada día terminábamos cansados pero felices, sonrientes, y llenos de felicidad y satisfacción por haber podido ayudar a tantas personas. El calor, el sol inclemente, los abundantes mosquitos del atardecer y de la noche y las incomodidades no nos lograban frenar ni desanimar. Recibir la gratitud de tantas personas y notar cómo nuestra ayuda era tan significativa para ellos nos ayudaba a continuar y a seguir animados cumpliendo con la misión de cada día.

Muchos de los misioneros recién llegados al Amazonas no sabían hablar ni una palabra en portugués y algunos creían que no podrían hacer mucho por los demás. Pero, desde el primer contacto, pudieron descubrir que el lenguaje que abría las puertas era el del amor y del servicio. Se dieron cuenta de que las palabras eran secundarias y de escaso valor en ciertos momentos. Pero, pocos días después, las palabras comenzaron a fluir y, mientras los misioneros trataban de aprender portugués, a su vez enseñaban español a los ribereños que deseaban aprender nuestro idioma.

Por las noches teníamos reuniones en la iglesia, tanto para niños como para jóvenes y adultos. Los cánticos de alabanzas, las oraciones y los estudios de la Palabra se realizaban con emoción, intensidad y fe. Aún quedan en nuestra memoria esas canciones que todavía nos emocionan al escucharlas o cantarlas nuevamente.

Cinco integrantes de esta misión habíamos participado en la misión Amazonas del año 2018, donde estuvimos diez días en la misma comunidad de Costa do Aruaná. En esa ocasión trabajamos en la construcción del templo, que era un anhelo de las dos familias adventistas que había en la comunidad. También realizamos Grupos pequeños, trabajos con niños y dejamos funcionando la iglesia con un lindo número de interesados. Así que, fue muy emocionante para nosotros y para los hermanos locales este reencuentro y seguir trabajando junto a ellos para el avance de la causa del Reino de Dios.

Luego de seis intensos días concluimos nuestra tarea al dejar la casa completamente techada (y a la espera de recursos para que en siguientes misiones se construyan el piso y las paredes con el objetivo de hacerla habitable para el año próximo). Los hermanos y los amigos de la comunidad realizaron un muy emotivo almuerzo de despedida, en el que pudimos disfrutar de la camaradería y el compañerismo de todos. Y, aunque la despedida fue emotiva y difícil, viajamos hacia otra comunidad con la certeza de que la obra del Señor seguiría avanzando. Allí quedaron hermanos de fe, optimismo, entrega y pasión por la misión.

Navegando por el Solimões

Este viaje nos hizo desandar parte de lo navegado en el río Solimóes. Ascendimos por el río Negro por unos 100 kilómetros hasta llegar al río Cuieiras, uno de sus afluentes, para servir en la comunidad de São Sebastião. El viaje duró unas 17 horas, incluyendo unas cinco horas de descanso en un lugar encantador, aislado y tranquilo. Allí, el barco paró sus motores para permitirnos descansar mejor durante la noche.

El clima y el paisaje en esta región son diferentes. Hay abundante vegetación y un clima un poco más fresco por las noches. Lo que coincidía con las otras regiones que visitamos era la presencia de delfines del Amazonas: unas simpáticas criaturas a las que les gusta jugar y asomarse cerca de las embarcaciones.

La comunidad de São Sebastião es diferente de la anterior. Está asentada en una península elevada. Esto hace que las aproximadamente 45 casas  del poblado estén en un radio muy cercano. Allí, las crecidas del río llegan hasta el borde del pueblo, pero no lo anegan. En aquel lugar nos encontramos con personas también muy receptivas, pero con algunas dinámicas diferentes. Había algunas personas que nos relataron sus problemas con el alcohol y las drogas. Esta es una región alejada, con pocos barcos, con energía eléctrica unas pocas horas por día. No hay redes de telefonía celular, ni policía, ni servicios básicos, pero es una zona donde los vicios están presentes desde hace décadas.

Realizamos actividades muy similares a las de la comunidad anterior. Había muchos niños para jugar y enseñar de Jesús, muchos jóvenes y adultos para visitar. Además, ya que los médicos llegan solo una vez al mes en una clínica flotante, había mucha gente con necesidades relacionadas con la salud.  También ayudamos a remodelar y remozar una casa de madera que fue donada para ser la iglesia adventista de la comunidad.

Durante el día las actividades eran intensas, y por las noches realizábamos unas reuniones de evangelización con temas introductorios presentados por un médico psiquiatra que formaba parte de nuestro grupo. Además, los pastores de la misión presentaban temas bíblicos. Paralelamente se realizaba una reunión para niños con representaciones y narraciones de las historias bíblicas, con animadas canciones en portugués y en español, idioma que a los niños les gustaba escuchar y aprender.

En esa comunidad también se pudieron tejer lazos fuertes con los lugareños Los invitamos a congregarse en la pequeña casa-iglesia para disfrutar de tres noches de evangelismo con más de veinte adultos y la misma cantidad de niños.

Misiones como estas pueden ser muy efectivas para llevar alegría, salud, amistad y el evangelio de Cristo a muchas personas sedientas y necesitadas. Pero, ciertamente, también afirman la necesidad de la comunión con el Señor y la determinación de seguir trabajando por la causa del Reino de Dios, en los propios misioneros.

Haber pasado solo unos pocos días allá nos permitió percibir por qué hay gente que está dispuesta a dejar su zona de confort y dedicar un año, cinco años, o el resto de la vida, a la misión. Nuestras vivencias en aquellas tierras nos permitieron tener un atisbo de lo que habrá sido para Jessie y Leo Halliwell fundar un ministerio que aún hoy no ha concluido.

La vida puede tener muchos momentos hermosos; pero, si aún no experimentaste la sensación de haber sido usado por el Señor para cumplir una misión en favor de los demás, no tienes idea de lo que te estás perdiendo. No demores más y busca a tus compañeros, tu director de jóvenes o tu pastor para iniciar un grupo misionero en tu localidad.

Tu también puedes ser voluntario

Si te interesa participar de alguna misión en el Amazonas, puedes contactarte con el ministerio Salva Vidas Amazonia. Con ellos podrás sumarte a misiones abiertas que tienen durante todo el año. Visita: Salva vidas Amazonía

También puedes comunicarte con el ISAM y sumarte a nuestra Misión Amazonas 3.0, que se realizará durante 2020.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2020.

Escrito por Daniel Vergara, pastor y director de Vida Estudiantil del Instituto Superior Adventista de Misiones (ISAM).

Nisán, Iyar y Siván

Nisán, Iyar y Siván

Nisán, Iyar y Siván

“El pesimista crea dificultades de sus oportunidades, el optimista crea oportunidades de sus dificultades”
(Harry Truman).

No, no son nombres de personajes de una famosa novela turca, ni ciudades árabes, ni nombres de mascotas de Medio Oriente. Nada de eso. Los tres nombres del título simplemente corresponden a los meses judíos de abril, mayo y junio.

Nisán (también llamado Abib) es marzo/abril. Se trata del primer mes del calendario hebreo bíblico, que comienza su cuenta a partir de la salida de los hebreos de la esclavitud en Egipto. Así lo dice Éxodo 12:2. Y Éxodo 13:3 y 4 lo reafirma: “Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. Vosotros salís hoy en el mes de Abib”.

¡Libertad, paz, cumplimiento de las promesas y una victoria total! ¡Qué lindo mes es Nisán! Que en este mes de abril puedas dejar atrás esos malos hábitos o vicios que te esclavizan, para ser libre en Jesús.

Siván es mayo/junio. Se trata del tercer mes del calendario hebreo en la Biblia. Así lo dice Éxodo 19:1. También es mencionado en Ester 8:9 y en el contexto de un decreto que les salvaría la vida a quienes eran parte del pueblo de Dios. No lo copiamos aquí porque ¡este es el versículo más largo de la Biblia en español! (Búscalo y léelo.)

Como si eso fuera poco, el 6 de Siván (o sea, cincuenta días después del 14 de Nisán) era la fiesta del Shavuot, que conmemoraba la entrega de la Ley por parte de Dios a Moisés. Luego se llamó la fiesta del Pentecostés y fue justamente en esa fecha cuando se derramó el Espíritu Santo (Hechos 2:1-3).

¡Salvación, nuevas oportunidades y vida! ¡Qué lindo es Siván! Que en este mes de junio puedas estar en comunión con Dios y que su Espíritu Santo llene todo tu ser.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2020.

Escrito por Pablo Ale, pastor, periodista y director de Conexión 2.0.

¡Un gran evento!

¡Un gran evento!

¡Un gran evento!

Ideas para que organizar sea más simple y productivo.

Como vimos en el número anterior, una checklist es una lista enumerada de los elementos necesarios para realizar cierta actividad. Así, a medida que se vayan cumpliendo esos elementos, se deben marcar a fin de que se sepa con claridad y rapidez si se cumplen o no los planes, los objetivos o las metas propuestos. De esta manera, ya sea en nuestra escuela, en nuestro trabajo o en cualquier otra tarea, podemos ganar eficiencia y facilidad a la hora de realizar un seguimiento.

Checklist para organizar un evento

Tres meses antes (o más):

  • Elige la fecha y confírmala.
  • Elige el lugar y confírmalo.
  • Elige un lugar alternativo ante posible cancelación del lugar escogido.
  • Avisa a los invitados y pon una fecha límite para confirmar la asistencia.
  • Define qué tipo de programación tendrá el evento y cuánto durará.
  • Define qué tipo de comidas tendrá el evento (si es que las tiene).
  • Define el tipo de decoración.
  • Define el presupuesto del evento.
  • Organiza distintas comisiones para ayudar: programación, decoración, audio, recepción, atención de invitados, regalos y/o premios, presupuesto, etc.

Un mes antes:

  Organiza con horarios detallados y programación precisa el contenido.

  • Revisa lo que necesitas para el evento
  • Promoción del evento por todos los medios posibles y al alcance (cartelería, anuncios orales, redes sociales, grupos de WhatsApp, etc.).

Una semana antes:

  • Repasa el programa con todas las personas involucradas. Que todos sepan qué hacer y cuándo.
  • Si el evento tiene una ”App”, invita a todos a descargarla. Si no, adelanta a los invitados algo de la programación.
  • Ve al lugar del evento y chequea si todo está en orden.
  • Prepara todo el material necesario.

El día del evento:

  • Acuéstate temprano la noche anterior. Descansa bien.
  • Llega al lugar con el tiempo suficiente como para solucionar cualquier imprevisto.
  • Repasa el programa con cada persona que participa en la coordinación.

Después del evento:

  • Realiza una evaluación del evento con todas las comisiones o colaboradores.
  • Envía un agradecimiento a todas las personas involucradas en la organización.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del … trimestre de 2019.

Escrito por Pablo Ale, pastor, periodista y director de Conexión 2.0.

Recalculando el recorrido

Recalculando el recorrido

Recalculando el recorrido

 ¡Dios es más misericordioso que el sistema de posicionamiento global de tu automóvil! Mi amiga Noemí tiene un vehículo híbrido moderno, con GPS incorporado. Noemí le puso un apodo cariñoso a su GPS, y lo llama “Margarita”. Unos meses atrás, Noemí y yo viajamos a Cornwall, Inglaterra. Como era nuestra primera vez visitando las legendarias tierras del Rey Arturo, pusimos a “Margarita” a trabajar. Después de ingresar el código postal, “Margarita” diagramó nuestro plan de viaje.

Pero, a veces “Margarita” nos daba una instrucción que no entendíamos, y entonces oíamos la famosa frase: “Recalculando el recorrido”. Otras veces, creíamos que habíamos seguido las instrucciones al pie de la letra, y aun así “Margarita” nos informaba: “Recalculando el recorrido”. Luego de haber oído esa frase cientos de veces, llegamos a Cornwall sanas y salvas.

A veces, cuando tomo decisiones que afectarán mi futuro, tengo miedo de equivocarme. ¡Aun si tengo que elegir entre dos buenas opciones! Temo perderme un giro a la izquierda y terminar en el norte de Escocia cuando quería ir al sur de Cornwall. Honestamente, tengo miedo de cometer un error fatal y arruinar el plan de Dios para mi vida. Aunque a nadie le gusta sentir miedo, el temor nos confronta con las falsas imágenes que tenemos acerca de Dios. Mi miedo revela que creo que el plan de Dios es rígido y frágil; que Dios tendrá menos compasión de mis errores que un GPS.

¡Pero este no es el Dios de la Biblia! La Biblia está llena de historias de lo que Dios hace para redimir nuestros errores y aun nuestra rebeldía. Cuando Abraham y Sara dudaron de la promesa y decidieron tener un hijo a través de su sierva Agar, Dios no los abandonó. Por supuesto que hubo consecuencias dolorosas. Pero, aun así, Dios cumplió su plan. ¡Dios es más poderoso que nuestras equivocaciones! Cuando el rey David asesinó a Urías para quedarse con su esposa, Dios no lo abandonó tampoco. Cuando David pidió perdón, Dios redimió su rebeldía. Dios es un experto en recalcular la ruta para llevarnos a destino, es infinitamente más sabio y misericordioso que un GPS.

Dios no es un dictador sentado en el cielo pretendiendo que atravesemos en puntas de pie un campo minado para descubrir su voluntad. Cuando damos un paso en falso, cuando nos equivocamos, el plan de Dios no vuela en pedazos. Como dice el abogado y autor Bob Goff: “Dios no nos quiere más cuando somos exitosos, ni menos cuando fallamos. Él se deleita en nuestros intentos”. Dios es un Padre ensenándole a un niño a caminar. Cuando nos tropezamos, él nos sacude las rodillas, nos besa las heridas y nos ayuda a continuar.

No estoy abogando para que cometamos errores innecesarios o pasemos por sufrimientos que podríamos haber evitado. Tampoco estoy intentando darte una excusa para que tomes malas decisiones, o para que desobedezcas a Dios deliberadamente. Lo que sí estoy diciendo es que no necesitamos vivir en un continuo estado de pánico. El cumplimiento del plan de Dios para tu vida no depende solo de ti, ni de tu capacidad de tomar decisiones perfectas todo el tiempo. Tus errores no empujan a Dios de su trono, ni le atan las manos. Por grandes que sean, tus errores no son más poderosos que el Todopoderoso. Dios se especializa en redimir lo irredimible y en recalcular cualquier recorrido. Si tan solo se lo pides, él cumplirá su propósito en ti.

El plan de Dios para nuestra vida es mucho más fluido y resiliente de lo que nos imaginamos. Cuando no entendemos esto, tomar decisiones nos paraliza, ¡aun si se trata de escoger entre dos buenas opciones! Sin embargo, como escribió el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, no decidir por miedo a equivocarnos es un grave error. Después de todo, al siervo de la parábola que enterró su talento por miedo a equivocarse, el Señor lo llamó “malo y negligente” (Mat. 25:14-30). No vivas motivado por el miedo, sino por la fe.

Toma siempre la mejor decisión que puedas y avanza confiado. Dios es infinitamente más sabio y misericordioso que un GPS.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2020.

Escrito por Vanesa Pizzuto, Lic. en Comunicación y escritora. Es argentina, pero vive y trabaja en Londres.

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Si llegar al altar junto a tu novio/a es tu meta, entonces, lee estos consejos.

Hace algunos años, existía en Argentina un programa de televisión que se llamaba “Yo me quiero casar, ¿y usted?”, en donde participaban diferentes parejas que querían contraer matrimonio.

Cuando me pongo a conversar con jóvenes sobre sus noviazgos y planes de casamiento, noto en la mayoría una serie de dificultades que podrían malograr su matrimonio o podrían ser una barrera para avanzar al casamiento.

Intentaré mostrarte algunos de los principales escollos que puedes encontrar antes del casamiento, y cómo es posible esquivarlos con la ayuda de Dios.

1. No se aceptan devoluciones

Lo primero que debes saber es que el matrimonio es para toda la vida. Sí, toda. Entera. No es como un programa de televisión que, si no te gusta, lo cambias. Para nada. La unión que Dios ideó y planeó para el hombre y la mujer es para siempre. Dios es eterno. Y la Biblia dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Entonces, el amor también es eterno.

La elección que hagas puede ser una gran bendición para toda tu vida o una gran maldición para toda ella. Tú decides. Por eso, debes elegir con cuidado, pensando muy bien cada paso, pidiendo la ayuda de Dios en todo, y también de los mayores con más experiencia. Y claro, siendo racional, no solo sentimental.

2. ¿Hacia dónde vamos?

El trabajo en equipo siempre funciona mejor que el individual. Se trabaja más rápido y organizado. Por eso, los dos deberían tener metas en común, y ambos trabajar para conseguirlas. ¿Te imaginas si ella quiere pasar toda su vida viajando por el mundo, y él quisiera estar siempre cerca de su madre porque padece problemas de salud? ¿Alguna de las dos metas están mal? Para nada.

Elena de White menciona que deberíamos aspirar a cumplir todas nuestras metas y sueños, pero siempre con la dirección de Dios. El problema es que las metas antes mencionadas son incompatibles entre sí. ¿Cómo se pondrían de acuerdo dos personas con metas totalmente opuestas? Debes pensar eso a la hora de elegir un compañero de vida.

Antes de comenzar un noviazgo, averigua cuales son las metas y los sueños de la otra persona; así tendrás más luz y sabrás si es un potencial compañero con objetivos alineados con los tuyos.

3. El arte de comunicarte

Parece tan fácil, pero ¡qué difícil es saber comunicarse bien! Yo me dedico a comunicar (me desempeño como director de Marketing Digital en mi agencia), pero comunicar para una empresa no es lo mismo que comunicarme con mi esposa. Esta es un área en la que ambos deben trabajar. Es importante saber cómo interpretar las ideas del otro, hablar de cosas que edifiquen y sean de beneficio mental. También conocer las expresiones para saber que, ante determinada mirada, debo acudir en su ayuda, o darme cuenta, al leer la expresión en su cara, si precisa un abrazo.

Cuando uno empieza a vivir 24×7 con otra persona (es decir, las 24 horas del día y los 7 días de la semana), esto se torna una aventura; es algo que durante el noviazgo debes practicar y aprender a interpretar: la correcta comunicación.

No todo es besos y abrazos. Escucha a la otra persona, hablen mucho de cosas profundas, diviértanse, hagan un culto juntos y lean un libro en común. Con todo esto, vas a ver cómo, poco a poco, la comunicación entre ambos empieza a mejorar.

Seguimos en el próximo número.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2020.

Escrito por Fernando Liernur, diseñador gráfico y especialista en Marketing Digital.