Iniciar el camino

Iniciar el camino

Iniciar el camino

¡Llegó el momento de estar cara a cara con tu futuro profesional! Los sueños empiezan a tener un punto de partida para poder hacerse realidad y llegar a ser un profesional. Es una decisión importante, ¿no crees?

Estás a punto de terminar el colegio, y es necesario conocer o reconocer para qué eres hábil y qué cosas te gustan más. Este es el primer paso para luego pasar a la etapa de información y abordar el mundo de las profesiones. Resuelve el siguiente cuestionario.

Inventario: Mi comportamiento con los demás (Burga, 2000)

Lee cuidadosamente cada afirmación y decide si te describen o no. No existen respuestas buenas o malas. Si piensas que la afirmación describe tu forma de actuar o pensar, marca una cruz (x) en el recuadro “Casi siempre”; o, si piensas que la afirmación no corresponde, marca una cruz (x) en el recuadro “Casi nunca”. No dejes ninguna afirmación sin responder.

Ahora debes identificar y marcar los números que has señalado en el rubro “Casi siempre” en los casilleros de la rejilla que aparece abajo. Los números marcados en la misma línea te darán un indicio de cuál es la habilidad social más desarrollada.

AFIRMACIONES

CASI SIEMPRE

CASI NUNCA

1. Digo siempre lo que pienso en la mayoría de las situaciones.

2. Por ningún motivo está bien causarle daño a otra persona.

3. La mayoría de las personas no se da cuenta cuando me hiere porque escondo mis verdaderos sentimientos.

4. Me gusta ayudar a mis amigos/as para que tomen decisiones.

5. No estoy seguro/a de que pueda ser un buen líder.

6. Participo en actividades que involucran la resolución de problemas.

7. Si un amigo/a es incapaz de cumplir con lo que me promete, seguramente lo comprendería en vez de enojarme.

8. Cuando alguien cercano y respetado me molesta, generalmente escondo mis sentimientos.

9. Disfruto participando en una buena discusión.

10. Me aseguro de que la gente sepa cuál es mi posición frente a una injusticia.

11. Creo que uno puede salir adelante en la vida sin tener que pasar sobre los demás.

12. Le digo a una persona cuando me parece que ha sido injusta.

13. Me adelanto a las consecuencias cuando surgen problemas.

14. Puedo convencer a otros/as de que mis ideas son correctas.

15. Es muy importante para mí ser capaz de decir lo que pienso.

16. Mis amigos/as me buscan para contarme sus cosas.

17. No me quedo tranquilo/a hasta resolver un problema.

18. En la mayoría de las situaciones, prefiero participar antes que escuchar solamente.

19. Si después de salir de una tienda me doy cuenta de que me han dado menos vuelto, vuelvo y pido el dinero que falta.

20. Rara vez tomo el liderazgo en la organización de un proyecto.

21. Doy a conocer mi punto de vista, aun si alguien a quien respeto dijera algo distinto.

22. Me resulta fácil ayudar a mis amigos/as.

Felizmente, el Autor de los sueños nos conoce a la perfección y nos dice: “Yo había determinado tu futuro desde que te estabas formando en el vientre de tu madre; antes que nacieras te escogí y te consagré como vocero mío ante el mundo” (Jer. 1:5).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del … trimestre de 2019.

Escrito por Junelly Paz Guerrero, Lic. en Psicología, Universidad Peruana Unión.

Hacer un programa de radio

Hacer un programa de radio

Hacer un programa de radio

Es lindo poder compartir con la gente información útil. Por medio de la radio o de un podcast, lo puedes hacer. Sobre la base de mi experiencia, les puedo dejar estos consejos:

Piensa a qué público quieres llegar, para poder elegir el tema y el estilo que le darás al programa (interactivo, dinámico, serio, con espontaneidad, con humor, etc.).

Busca un tema que sea interesante para el público que elegiste y que le llame la atención. Además, es bueno consultar la opinión de algunas personas que podrían ser parte del público, para conocer qué les interesa realmente.

Busca información acerca del tema (artículos, opiniones e investigaciones).

Determina la duración del programa y de la parte de los participantes.

Ordena la información que conseguiste y arma un bosquejo del contenido por lo menos en tres partes: introducción, desarrollo y conclusión.

Trata que cada parte del programa tenga un elemento curioso que capte la atención. Puede ser una pregunta para que el público interactúe, un dato histórico, una experiencia propia, etc.

Con la ayuda de tu bosquejo, arma el guion del programa con el contenido de cada parte. El guion tiene que ser lo más claro y ordenado posible para asegurarse de que el programa salga bien.

Haz ejercicios de vocalización y respiración (puedes buscar varios en YouTube). No hables ni muy lento ni muy rápido, sino a una velocidad que sea acorde al tema y al público.

Asegúrate de que todo esté listo para grabar o salir al aire. Haz una oración y… ¡adelante con el programa!

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del … trimestre de 2019.

Escrito por Judith Gajardo, productora de Nuevo Tiempo Argentina.

Ideas para trabajar Conexión 2T 2020

Ideas para trabajar Conexión 2T 2020

La revista es una buena alternativa que los docentes pueden utilizar para trabajar en clases con sus alumnos. De cada edición impresa se pueden extraer lecciones que impactarán la vida de los adolescentes y jóvenes. Compartimos ideas y proyectos para trabajar con la revista impresa del segundo trimestre de 2020.

Objetivos

  • Generar en los estudiantes el deseo de servir a Dios con los talentos que él les ha otorgado.
  • Reconocer la buena literatura y utilizarla sabiamente para el crecimiento personal.
  • Fomentar el análisis, la reflexión, la investigación y la toma de decisiones a partir de las lecturas presentadas en la revista.
  • Generar el debate, la participación a través de opiniones personales y la argumentación a partir de temas actuales presentados en las distintas secciones
  • Adquirir una postura crítica frente a las lecciones de vida que se presentan en los temas cuya base es la Biblia.

Cómo superar los desafíos

Cómo superar los desafíos

Cómo superar los desafíos

Las crisis son inevitables. Tú decides cómo enfrentarlas.

El tiempo es uno de los factores de la vida que no podemos modificar. Sin que nos demos cuenta, toma su rumbo y no se detiene por nada. Aun así, hay algo en lo que podemos influir de modo que el tiempo tenga otro sentido. Es que el tiempo es relativo; si bien una hora no deja de ser sesenta minutos, la visión que tenemos de ese conjunto de segundos es diferente para cualquier persona. Piénsalo en tu vida: una hora de la actividad que más placer te da y una hora de la actividad que más fastidio te genera: ¿Es lo mismo? ¿Pasa de la misma manera?

Existe una subjetividad en el tiempo, así como existe una subjetividad en muchísimos escenarios de la vida. Lo interesante para tener en cuenta es qué hacemos con esa capacidad que tenemos de modificar nuestra forma de verlo. Desde la psicología se ha tenido mucho en cuenta este paradigma de la vida; se demostró que una actividad, situación o hecho no es lo mismo para cualquier persona, y muchas veces no importa tanto el “que” sino el “cómo”.

Podríamos pensar que, por ejemplo, un viaje de vacaciones a un lugar paradisíaco puede ser un hecho positivo en sí mismo. La realidad es que, para una persona con una personalidad más obsesiva, puede ser un caos en su vida. Organizar la agenda, armar las valijas, sacar los pasajes, pagar un alto costo, soportar unas horas de vuelo, entre otras cosas, pueden ser situaciones que generen más malestar que bienestar. De la misma manera, una separación amorosa puede ser una de las peores situaciones vitales que podamos enfrentar, pero para otro contexto puede significar algo positivo para la persona.

Es en este mismo panorama donde entra en juego nuestra participación. La vida nos presenta, y nos va a presentar, diferentes desafíos que debemos enfrentar. Basta levantarse una mañana y realizar las actividades que normalmente hacemos, para darnos cuenta de que, analizándolas, vemos un sinfín de diversas acciones y emociones que entran en juego. El modo en que encaramos la situación determinará en gran manera la forma en que saldremos luego de enfrentarla. Y es ahí donde tenemos que poner el foco de atención para priorizar nuestra salud. La mala adaptación a las exigencias que podamos enfrentar en nuestra vida va a influir irreductiblemente en nuestra salud.

Cuando vivimos una situación con un alto grado de estrés, se disparan una serie de cambios fisiológicos que el cuerpo genera para volver a un estado de equilibrio. Si esto es persistente, puede llegar a ser muy dañino para nuestro organismo. Desde daños en las arterias que transportan sangre debido a la rapidez del flujo sanguíneo, hasta el desgaste de diferentes partes del organismo, causado por el nivel de cortisol elevado, como la función digestiva o la piel.

Ni hablar de la dimensión conductual y emocional; un elevado nivel de estrés genera cambios en el humor, propensión al aumento de peso derivado de un aumento de apetito y una mala regulación del sueño.

Por último, si se posee una enfermedad de base como la hipertensión, la diabetes, la depresión, o se está atravesando una rehabilitación de alguna lesión u operación, estas se van a ver afectadas.

Como vimos con algunos ejemplos, el estrés elevado y la mala adaptación a estas situaciones pueden generar que se desgaste nuestro bienestar. Pero ¿cómo hacemos para saber si estamos atravesando altos niveles de estrés? ¿Cómo sabremos si nos estamos adaptando de manera correcta a las exigencias que la vida nos presenta? Una de las formas que tenemos para darnos cuenta de todo esto es mediante un registro propio.

En el momento en que vemos que una situación se vuelve desafiante, ponemos atención sobre cómo nos sentimos frente a dicho momento, qué emociones despierta en nosotros, y los registramos. De esta manera, y una vez enfrentada la situación, vamos a volver a leer y evaluaremos si la reacción fue negativa o positiva. Si nos generó angustia, ansiedad, miedo, hostilidad, ira o tristeza y si la respuesta es exagerada para la situación, es porque nuestra adaptación no es la mejor. No está mal sentirse triste, enojado o ansioso por una situación; lo que es dañino es la persistencia de dichas emociones.

Muchas veces puede ser difícil superar los desafíos que la vida nos presenta. En la Biblia hay muchos personajes que atravesaron situaciones con un alto nivel de estrés y la vida se les volvió desafiante. Pero las promesas son eternas y nos llegan al día de hoy.

Dios te dice que no tengas miedo. Es una de las frases más repetidas en su Palabra. Te dice que no te desalientes porque él está sosteniéndote con su mano (Isa. 41:10). También te dice que no te preocupes por el día de mañana, ni de cómo vas a poder soportar la situación que se te presenta, sino que vivas el hoy y pongas todo tu empeño en entregarte a Cristo (Mat. 6:25-34; Jer. 29:13; Mat. 6:33).

Él está esperándote para poder brindarte la ayuda que estás buscando. No dejes que la ansiedad te supere. Busca ayuda profesional si la necesitas, coméntales a tus amigos y a tu familia cómo te sientes. Y, sobre todo, cuéntale a Dios, aquel que te formó y te diseñó, puesto que no hay nadie que te entienda mejor que él.

No te rindas, vuelve a levantarte.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2020.

Escrito por Facundo Torreblanca, psicólogo y miembro de la Iglesia Adventista de Florida, Buenos Aires, Argentina.

Si tan solo…

Si tan solo…

Si tan solo…

Cómo una frase puede ayudar a torcer nuestro destino… para bien o para mal.

Hay una frase que seguramente has escuchado muchas veces, o incluso, ha salido de tus labios. Empieza con “Si tan solo…”. Observa y dime si no es cierto: “Si tan solo tuviera el cuerpo como tal persona…”. “Si tan solo tuviera ese color de cabello…”. “Si tan solo fuera más inteligente…”. “Si tan solo…”. ¡Uf! Puedes completarla con aquello que te repites a ti mismo.

Y lo cierto es que avanzamos en la vida con esos “si tan solo”, y no nos damos cuenta de que el tiempo transcurre pensando en cómo sería la vida si tan solo fuera diferente de la que tenemos; si tan solo fuésemos otra persona. Y de esa manera perdemos los lindos momentos que tienen que ver con uno mismo, con nuestra identidad, con nuestro ser, con nosotros.

¿Qué tiene que ver esto con estar en paz? Bueno, el primer escalón hacia una vida en paz es la relación con Dios, el aceptar su amor y corresponderlo. El segundo es la relación con uno mismo. Así como leíste: saber vivir contigo, saber amarte, saber aceptarte es importantísimo para conseguir vivir en paz con otros.

Hace tiempo leí una frase que decía algo así como “Aprende a vivir contigo mismo porque eres la persona con la que pasarás más tiempo en tu vida”. ¡Cuánta verdad! Aunque nada sencillo. Todos tenemos aspectos de nuestras vidas que nos gustaría mejorar, algunos que desearíamos cambiar y otros que quisiéramos alcanzar. El tema no radica allí. Es bueno tener metas y objetivos en la vida; pero es importante comprender que alcanzarlos no define quienes somos. Un título, un status social, una pareja, una familia y un peso saludable son objetivos loables. No obstante, aun sin ellos tu valor continúa siendo alto, porque esas metas no determinan quién eres.

Te cuento una historia para ilustrar lo que quiero decirte: yo era una chica acomplejada por mi peso, siempre pensé que sería linda si fuera flaca. Pasé mi adolescencia pensando que era fea comparada con mis amigas; llegué a la universidad y me pasó lo mismo. Incluso en la adultez, muchas veces tenía bajones porque pensaba “si tan solo tuviera tal peso”. Un día me encontré revisando fotos antiguas, y allí descubrí algo que para mí había estado oculto por mucho tiempo: en esas fotos noté mi verdadero estado físico, muy distinto de como lo recordaba. Comprendí que durante más de veinte años había sufrido en vano. Había pensado que no era bonita; que no era suficiente. Sin embargo, ahora veía que esos años no volverían, que no podía cambiar los momentos de tristeza que había tenido… tantos días pensando “si tan solo…”.

Por eso tomé una decisión: resolví que no podía cambiar mi pasado, pero sí mi presente. No quería que pasaran veinte años más para darme cuenta del valor que tenía ahora, así que, comencé a mirarme de manera distinta, a quererme cada día un poco más. Y así lo estoy haciendo.

Estar en paz con uno mismo no quiere decir que vas a dejar de tener metas, no implica no esforzarte por mejorar, sino que significa ser realistas, y amarnos aun cuando no tengamos ganas de hacerlo. ¿Quieres tener relaciones saludables? Empieza por el comienzo: ten una relación saludable contigo mismo.

Te dejo tres consejos para lograr esto:

  • Cada día encuentra al menos dos cualidades positivas tuyas y escríbelas en tu celular o en un papel que puedas pegar en algún lugar visible, y en los momentos de bajón repítetelas.
  • Cada vez que te encuentres frente al espejo di “Te amo”.
  • Cambia las palabras: en lugar de decir “aspectos negativos”, di “aspectos a mejorar” y tenlos como desafíos realistas; desafíos para superar en cierta cantidad de tiempo.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2020.

Escrito por Jimena M. S. Valenzuela, Magíster en Resolución de Conflictos y capellana en el Instituto Adventista de Morón.