Tuve relaciones sexuales: ¿Y ahora qué?
¿Puedo ser puro a pesar de haber desobedecido en el pasado?
En el ámbito de jóvenes cristianos la pureza y la virginidad son ideales a alcanzar. Pero muchas veces uno se cuestiona por qué esto es algo tan importante. Cuando tienes relaciones sexuales al parecer nada cambia. Físicamente no hay modificaciones notables, pero tu mente nunca vuelve a ser la misma. Y allí llegamos al punto importante.
Las cosas como son
En 1 Corintios 6:18 la Palabra de Dios dice que el acto sexual antes del matrimonio o fuera de él es pecado. No es un consejo, es un principio. Y no es algo arbitrario, es por amor.
Para Dios, tu virginidad no es tan importante como tu pureza. Puedes no ser virgen, pero si tomas una decisión a tiempo, nunca es tarde para que Dios te haga puro.
Mientras tanto, no voy a engañarte con el discurso de que tener relaciones sexuales antes del matrimonio no trae problemas. Tampoco debemos olvidar que Dios siempre presenta una solución. Toda transgresión tiene una consecuencia que Dios no puede evitarte, pero sí puede ayudarte a atravesar. ¿Hay una condición? Sí, siempre. Una vez que reconocemos que lo que hacemos no es correcto, comienza el proceso de abandonar aquello que nos aparta de Dios. Tiene que haber una obediencia que manifieste tu fe en la Palabra de Dios y en sus mandatos que prometen bendición.
Es importante tener en cuenta que cuanto más tiempo tardes en arrancar radicalmente todo lo que te asocia con tu vida sexual pasada entonces peores consecuencias tendrás que experimentar.
¿Por qué el sexo prematrimonial te hace daño?
Algunas razones, entre otras, son:
Razones emocionales: Te apegas a esa persona generando codependencia. Una vez que hubo sexo, están tan íntimamente relacionados que, al faltar el compromiso de un matrimonio, temen perderse y eso los lleva a tener pensamientos persecutorios de que les faltará el otro.
Razones psicológicas: Tales como culpa, ansiedad, depresión, irritación, autoreproche y baja autoestima.
Razones vinculares: Tales como celos, desconfianza en el otro, falta de comunicación, incapacidad para resolver conflictos, abuso y maltrato.
Razones espirituales: Dios no se aparta de ti, pero estar practicando lo que le desagrada te aparta de él. Le hablas y no escuchas su voz, no porque no responda sino porque tu pecado levanta una brecha entre ambos. El sexo es una representación de la intimidad que tienes con Dios, si practicas esa intimidad de forma inmoral, tu relación con Dios inevitablemente se ve afectada.
Razones físicas: Tales como enfermedades de transmisión sexual, impotencia sexual, eyaculación precoz, inhibición del deseo, frigidez y embarazos no deseado.
¿Es posible revertir estas? Sí. No todas, no en todos los casos, pero sí. El pensamiento de alguien que tuvo sexo ahora está más sexualizado, y se requiere un mayor esfuerzo para dominar el impulso sexual. Primordialmente debes saber que el mejor momento para cambiar es hoy. No lo olvides: el día de tu salvación es hoy. Sin dudas para esto se requiere una entrega total y absoluta de la vida a Dios, hay que arrancar toda práctica o conducta por inofensiva que parezca que nos desmoralice.
La frustración que da el hecho de querer hacer lo correcto, pero tender a hacer lo que sabemos que está mal llega cuando invertimos todo nuestro esfuerzo en producir los frutos del Espíritu sin la ayuda de Cristo. En realidad, nuestro esmero debe estar depositado en quitar los obstáculos que impiden que el Espíritu Santo haga su obra en cada uno de nosotros. No desesperes, pero no esperes que Dios haga la parte que te toca cambiar.
Un pacto de pureza
Si tal vez ya perdiste tu virginidad, quiero decirte que puedes resolver tener pureza. Esto es algo que va mucho más allá de una mera relación sexual. Abarca todos tus pensamientos y todo tu ser. Renueva ahora tu pacto de pureza sexual con Dios. No desistas porque el plan que Dios tiene para ti es mucho mejor que lo que te imaginas.
Cuando Cristo reine en tu vida, cuando te entregues a él sin medidas, te confieses y le pidas que te restaure, entonces la pureza será una consecuencia que llegará en el mismo momento en que dejes tu voluntad para realizar la voluntad de Dios en ti.
La pureza es una virtud que solo Dios puede darnos, y alcanza todas las áreas de la vida, incluida la sexual. Empieza en la mente, y nos hace incapaces de participar de cualquier cosa que sea inmoral. La persona pura depende de Jesús, no quiere desagradarle, desea cuidar su templo, absteniéndose de cualquier cosa que manche su pensamiento y degrade su conducta.
La sexualidad es un diseño perfecto, fue creada para glorificar a Dios y servir al otro. El plan de Dios es que aprendamos a ser abnegados y dominar la pasión, para ser capaces de cumplir su propósito: sexualmente plenos y espiritualmente consagrados.
Si no eres virgen, ponte a cuentas con Dios, a pesar de haber desobedecido en el pasado, puedes serle fiel en el presente. Si no eres puro, puedes serlo en Cristo. Confiésate en su presencia, y tus pecados serán emblanquecidos.
Si quieres ganar la vida que Dios ha preparado para ti, debes renunciar a todo lo que hoy te gusta pero te está destruyendo. Cristo te dará mejores cosas de las que puedes imaginar. Estás a tiempo de cambiar. Tu historia puede tener final feliz. Dios es poderoso para hacer mucho más de lo que puedes pedir o imaginar (Efe. 3:20).
Este artículo ha sido publicada en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.
Escrito por Vicky Fleck, estudiante de psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro, Argentina.
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