Fe de pies mojados

Jun 30, 2020 | Semillas al viento | 0 Comentarios

Existen dos tipos de fe: la de pies secos y la de pies mojados. A veces, Dios nos guía hacia el Mar Rojo, con un ejército enemigo pisándonos los talones. Entonces, frente a nuestros ojos asombrados, Dios abre el mar y cruzamos por tierra seca. Esta es la fe de pies secos: Dios abre un camino, de forma milagrosa, antes de que nos mojemos.

Otras veces, sin embargo, Dios espera de nosotros una fe de pies mojados. Cuando ya hemos caminado con él por un tiempo, Dios nos puede guiar al río Jordán. Él nos dice claramente que avancemos, ¡pero el río está salido de su cauce! En ocasiones como estas, el río no se abre sino hasta que nuestros pies tocan el agua.

Si nos negamos a creer y avanzar hasta que toda incertidumbre desaparezca, nunca experimentaremos este tipo de fe. La fe de pies mojados requiere abandono y coraje emocional. ¡Es una fe intrépida! La autora cristiana Lysa Terkeurst nos pregunta: “¿Soy la clase de líder que necesita ver la tierra seca primero o estoy dispuesta a mojarme y ensuciarme un poco, a avanzar hacia lo desconocido y confiar en él?” ¿Estás dispuesto a arriesgarte?

Estoy convencida que Dios nos da oportunidades para crecer en la fe. Generalmente leemos el relato de Pedro bajándose de la barca y caminando hacia Jesús sobre las aguas, como un fracaso (Mat. 14:22-33). Es cierto que Pedro dudó y comenzó a hundirse. Sin embargo, también es cierto que Pedro se arriesgó y se mojó mucho más que los pies. En el proceso, Pedro aprendió una lección valiosísima: Jesús no nos abandona cuando nuestra fe flaquea.

En su libro Si quieres caminar sobre las aguas tienes que salir de la barca, John Ortberg explica cómo nuestros miedo al fracaso y amor por la comodidad nos impiden desarrollar una fe intrépida. Ortberg escribe: “La decisión de crecer siempre implica elegir entre el riesgo y la comodidad. Esto significa que, para ser un seguidor de Jesús, debes renunciar a la comodidad como el valor central de tu vida”.

Para crecer en la fe, también debes estar dispuesto a fracasar. No solo la comodidad nos detiene, sino también el miedo al fracaso, el terror a quedar como tontos en público. Nuevamente, John Ortberg escribe: “El fracaso no es un evento, sino un juicio de valor sobre el evento… es una manera de pensar acerca de los resultados”. Pedro fue el único de los doce discípulos que tuvo el coraje de bajarse de la barca.

No sé cuál sea tu barca o tu orilla hoy, pero te invito a creer y avanzar hacia Jesús. Te invito a elegir la valentía de la acción sobre la “perfección” de la inacción. Los que no trabajan no se ensucian la ropa; y los que no avanzan por fe tampoco se mojan. Recuerda que la fe de pies mojados no es presunción. Es confiar en la voz del que nos llama. Es bajarse de la barca de la certidumbre y de lo conocido, para conquistar territorios inexplorados en el nombre de Jesús. Es creer que Dios puede abrir caminos en el desierto y aun sobre el mar.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Vanesa Pizzuto, Lic. en Comunicación y escritora. Es argentina, pero vive y trabaja en Londres, Inglaterra.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *