¡Felicitaciones! No eres perfecto
¡Felicitaciones! No eres perfecto
¡No eres un producto ni una publicidad!
Parece contradictorio que alguien te felicite porque no eres perfecto. Pero no es irónico ni sarcástico, ¡es realmente es un elogio!
¿Por qué buscamos tanto ser perfectos? Básicamente, por la presión social, por los estereotipos, por nuestras inseguridades. Buscamos continuamente agradar a otros o a nosotros mismos, al punto que pensamos que debemos sí o sí hacer todo sin errores… o llegar a ser de tal o cual forma… o tener tales medidas o alcanzar tantos objetivos.
Incluso, a veces la “perfección” se puede ver reflejada en aquellos a quienes uno admira. Quizá por su simpatía, por su manera de hablar, por cómo encaran las dificultades, por su atractivo físico, por la posición que ocupan, y la lista sería inagotable. Sin embargo, esas mismas personas pueden admirar a otros, y así la cadena continúa.
Intentar llegar a la perfección no es saludable. No me malentiendas: debemos buscar crecer diariamente, superarnos, alcanzar nuevas metas y ser mejores personas; pero también debemos comprender que somos seres humanos, con debilidades y flaquezas. Somos todos diferentes, y tenemos distintos desafíos, aspectos positivos y aspectos a mejorar. Si constantemente evaluamos nuestra vida con la perfección como regla, jamás seremos felices, porque nunca estaremos a la altura.
Es desgastante vivir así. Muchos se aíslan porque consideran que no encajarán jamás en un grupo de amigos; otros se autolesionan por no sentirse suficientemente atractivos. A pesar de que como sociedad hemos avanzado al hablar de los estereotipos, de las modas, de aquello que antes se creía que era el ideal, en el cerebro aún cuesta que esto encuentre lugar.
Podemos hablar muchísimo sobre los peligros de los estereotipos y sobre la autoestima, y quizás incluso podemos aconsejar a otros; pero si esta lucha no la libramos a diario, seguramente estaremos vencidos.
Cuanto antes aceptes tus errores y tus límites, tus expectativas pueden tomar un rumbo más real. Cuando aceptas que no eres perfecto tienes la oportunidad de seguir creciendo, de avanzar, de darte la oportunidad de aprender cosas nuevas, de amarte, de ser tú mismo. Cuando aceptes esto dejarás de castigarte, de tratar de agradar a todos, de lograr las expectativas de otros o las tuyas propias. Las imaginaciones del corazón nublan la vista, y más cuando la mirada está fijada en uno.
¿Cómo lograr esto? ¡No es nada sencillo! Es una lucha día a día, momento a momento.
Primero, busca la ayuda de Dios, quien puede ayudarte. Luego, cuando te plantees expectativas, toma en cuenta tus talentos y tus límites; no intentes alcanzar estereotipos, no son reales. Tampoco busques ser otra persona: sé auténtico, sé tú mismo.
Tercero, busca pensar en los errores como aspectos a mejorar. Siempre hay lugar para crecer, para aprender. No te castigues. Busca mirarte con cariño. Quizás haya características físicas o de personalidad que no te agraden, y a todos nos pasa; intenta buscar aquellas que sí te agraden y centra en ellas tu atención. De a poco, podrás mejorar o aceptar las otras. Y muchas veces, eso es lo que necesitamos.
En cuarto y último lugar, recuerda: no eres un producto ni una publicidad. Eres un ser humano. Eres una persona en proceso de avance y crecimiento continuo, tomado de la mano de Dios.
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.
Escrito por Jimena Valenzuela. Magíster en Resolución de Conflictos y capellana en el Instituto Adventista de Avellaneda, Bs. As., Argentina. @jime.valenzuela_