Mentiras piadosas

Oct 1, 2021 | En paz | 0 Comentarios

Analizando el poder destructor de una pequeña verdad a medias.

“En realidad no quise mentirte, pero tenía miedo de hacerte daño si te decía la verdad”.

“No lo pensé bien, solo quería ayudar”.

“Fue solamente esta vez. No volverá a ocurrir”.

“Se trataba, tan solo, de una mentirita blanca”.

¿Escuchaste, alguna vez, frases como estas? Son tremendos argumentos con un mismo fin: justificar una mentira. Sin embargo, lo que se pretendía evitar es justamente lo que se provoca: un daño. Y a veces un gran daño porque es una conducta que vuelve a repetirse.

Hemos dicho más de una vez que comunicarnos no es fácil, no es simplemente hablar o emitir palabras. No. Es mucho más complejo que eso.

No obstante, continuamente, seguimos comunicando, queramos o no. Es por eso que, en este último artículo de este 2021, quisiera dejarte algunos conceptos acerca de las mentiras. Porque, en diferentes momentos, puede existir la tentación de mentir para no dañar, para preservar la felicidad o la paz de la otra persona, para descomprimir y para una larga serie de supuestos razonables etcéteras.

Es que lo sabemos. Existen muchas explicaciones por las cuales podemos llegar a pensar que “esa mentira es blanca” o “es piadosa”; y que no hará daño. No obstante, no es así.

Conceptos a remarcar sobre una mentira

-Una mentira es una mentira, aunque se intente disfrazarla con otro nombre y aunque se la justifique. Una mentira siempre es una mentira.

-Una mentira siempre obstaculiza la confianza: mentir provoca que la confianza no sea la base de la relación, porque si existiera confianza ¿tendría sentido mentir?

-Una mentira siempre provoca culpa; ya que nunca es gratuita ni viene “sola”. Genera que la persona que ha mentido sienta culpa e incluso, a veces, cae en un círculo vicioso de mentiras por tratar de ocultar la mentira original. Porque, en definitiva, mentir es atentar contra uno mismo.

-Una mentira quita credibilidad: cada vez que mientes generas que las demás personas crean menos en ti. Incluso, la mentira menoscaba tu propia autoconfianza.

-Una mentira es un síntoma de inmadurez: muchas veces, la mentira releva o nos muestra (a nosotros y a los demás) quiénes somos. Es más fácil mentir que enfrentar la realidad, y eso, claramente, no es el accionar de una persona madura.

-Una mentira nos aleja de la realidad: tanto mentir puede llevar a la persona a creer que lo que se dice es real, o sea, que su mentira es verdad. Así, ingresamos en un mundo imaginario del que nos será complicado escapar.

-Una mentira siempre daña: sea pequeña o grande, sea a quien la dice o a quien la escucha. Daña a todos. No existen mentiras inofensivas.

Seguramente, se te ocurrirán otros puntos a resaltar. Quizá has sufrido debido a que alguien te mintió, o tal vez, tú has mentido en algún momento y eso provocó un problema mayor.

Jesús dice quién es el “padre de la mentira”. Desde luego, no es otro que Satanás: “El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere. El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque es mentiroso y es el padre de la mentira” (Juan 8:44, DHH). Por el contrario, en Dios no hay tinieblas, ni falsedades, ni mentiras porque él es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6).

Es cierto que decir siempre la verdad puede ser complicado, ¡y hasta arriesgado! Pero, como dijimos en otro artículo, todo tiene su momento y lugar, lo cual no quita que digamos la verdad.

Si quieres evitar conflictos, si quieres tener charlas de calidad, si quieres tener amistades reales y una relación amorosa sólida, te recomiendo que nunca pero nunca mientas. Ni siquiera tengas como opción de estrategia una “mentirita piadosa”. Ten como meta que de tu boca solo salga la verdad, busca que todas tus interacciones sean sobre esa base. Solo así podrás edificar relaciones duraderas.

Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

Escrito por Jimena Valenzuela, magíster en Resolución de conflictos y capellana
en el Instituto Adventista de Avellaneda, Bs. As., Argentina.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *