Atenas 2004

Atenas 2004

Atenas 2004

El día en el que la llama olímpica volvió a su hogar.

Fueron más de 10 mil atletas en 301 pruebas y 28 deportes los encargados de ponerle vida y color a los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Atenas 2004 (oficialmente denominados Juegos de la XXVIII Olimpiada). Se celebraron en la capital de Grecia entre el 13 y el 29 de agosto de 2004.

De este modo, los Juegos regresaron a casa… ¡en doble sentido! En primer lugar, porque fue en Atenas (en 1896) donde se celebraron los primeros JJ.OO. de la era moderna. En ellos, participaron 241 atletas masculinos de 14 países (en 43 pruebas y 9 deportes). Y, en segundo lugar, porque Grecia fue el lugar de origen de este tipo de competencias. Así, nos remontamos a la ciudad de Olimpia y las fiestas atléticas celebradas desde el año 776 a. C. cada cuatro años. Por eso, el símbolo de Atenas 2004 fue la corona de laurel, premio que se daba a los ganadores en la antigua Grecia.

Más allá de estos aspectos, cabe destacar los siguientes puntos.

La gloria sudamericana

Sin duda, Latinoamérica vibró con dos deportes hermosos que le dieron a la Argentina y a Chile momentos épicos.

Por un lado, la Selección Argentina de Básquet no solo logró el oro olímpico, sino que se dio el lujo de eliminar en las semifinales por 89 a 81 al famoso Dream team, el equipo de Estados Unidos, claramente favorito a terminar en lo más alto del podio. En la final, Argentina venció a Italia 84 a 69. Así el conjunto argentino ganó por primera vez la medalla dorada en este deporte.

En estos JJ.OO. también la Selección Argentina de Fútbol ganó por primera vez la medalla dorada en Fútbol.

Por su parte, los tenistas chilenos Nicolás Massú y Fernando González ganaron la medalla dorada en la competición de dobles, derrotando a los alemanes Rainer Schuettler y Nicolas Kiefer luego de tener cuatro match point en contra. Esta medalla se convirtió en el primer oro en la historia olímpica chilena. Además, y para acrecentar el predomino chileno en el tenis, Massú ganó la medalla de oro y González la de bronce en la competición individual.

Un traspié llegando a la meta

Estos JJ. OO. quedaron en la historia por un desafortunado incidente que alteró el maratón, la prueba olímpica más famosa.

El atleta brasileño Vanderlei Cordeiro de Lima lideraba cómodamente esta gran prueba de 42 km. Sin embargo, en el kilómetro 36 ocurriría algo que cambiaría su vida para siempre. Un exsacerdote irlandés llamado Cornelius Horan salió de entre la multitud y lo empujó de manera inexplicable. Ayudado por el público por este incidente, especialmente por el espectador griego Polyvios Kossivas, Vanderlei retornó a la carrera, pero llegó en tercer lugar. Así, obtuvo la medalla de bronce y fue ovacionado y aplaudido por todo el estadio Panathinaiko.

Como compensación debido a este suceso Vanderlei recibió la medalla Pierre de Coubertin por su valor y espíritu olímpico. ​Además, fue el encargado de encender el pebetero de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Un doblete histórico

El atleta marroquí Hicham El Guerrouj ganó el oro en los 1.500 y 5.000 metros. De esta manera, se convirtió en la primera persona en lograr esta hazaña en los Juegos Olímpicos desde Paavo Nurmi, en París, 1924.

De este modo, superó dos fracasos. Hicham era uno de los favoritos para ganar el oro en los 1.500 metros en los JJ.OO. de Atlanta 1996, pero cuando se estaba disputando la final de los 1.500 metros se cayó y tuvo que abandonar la prueba. También era el gran favorito para llevarse la medalla de oro en los JJ.OO. de Sídney 2000. Sin embargo, en la final olímpica Hicham se vio sorprendido por el atleta keniano Noah Ngeny, que venció sin atenuantes. Como vimos, en 2004 tuvo una excelente revancha.

Otros hitos destacados

Liu Xiang ganó el oro en los 110 metros con vallas, igualando el récord mundial de Colin Jackson de 1993. Esta fue la primera medalla de oro de China en atletismo masculino.

Estos juegos también marcaron el regreso de Afganistán a las olimpiadas desde 1999. Su participación fue prohibida debido a las actitudes extremistas del régimen talibán hacia las mujeres.

A su vez, el atleta Félix Sánchez ganó la primera medalla de oro olímpica para la República Dominicana, venciendo en los 400 metros con vallas. ​

Por último, cabe destacar a la kayakista alemana Birgit Fischer, quien ganó el oro en el K-4 500 metros y plata en el K-2 500 metros. De este modo, se convirtió en la primera mujer en cualquier deporte en ganar medallas doradas en seis Juegos Olímpicos diferentes, la primera mujer en ganar el oro con 24 años de diferencia y la primera persona en la historia olímpica en ganar dos o más medallas en cinco Juegos diferentes.

Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

Escrito por Por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y guardavidas profesional.

¿Cómo puedo conocer a Dios?

¿Cómo puedo conocer a Dios?

¿Cómo puedo conocer a Dios?

Claves para iniciar una sesión con el Creador del universo.

La expresión “tienes que conocer a Dios de forma personal” es repetida constantemente en sermones, meditaciones, libros y revistas. Está bien que así sea. Después de todo, la propia Biblia insiste en que es el punto central de la experiencia cristiana: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien tú has enviado” (Juan 17:3). Pero ¿cómo poder hacerlo?

Este es un gran tema; y es algo que te vas a seguir preguntando toda tu vida porque la respuesta no solo es teórica, sino también práctica. A partir de lo que la Biblia enseña podemos esbozar una “fórmula” para conocerlo, pero no alcanza con eso.

Puedo tener veinte años como miembro de iglesia, haber memorizado la Biblia completa y todavía sentir que no conozco a Dios. Por otro lado, puedes encontrar personas que solo san capaces el Salmo 23 o Juan 3:16, que se bautizaron dos semanas atrás o están por hacerlo, y rebozan de una experiencia personal con Cristo. Los escuchas cinco minutos y te das cuenta de que conocen a Dios. Pero, tal vez, dentro de veinte años estén en la misma situación del primer ejemplo. ¿Por qué? ¿Por qué pareciera que conocer a Dios es algo tan elusivo si es en verdad el centro de toda la experiencia cristiana? ¿Será que Dios juega a las escondidas?

Jesús es una persona. Él es Dios, sí, pero es una persona y conocerlo es tener una relación con él. Ese es el punto y la razón de por qué constantemente en nuestra vida podremos tener momentos donde sintamos que antes conocíamos y ahora no. Como te darás cuenta, no hablamos de un conocimiento teórico, saber de memoria versículos que describan a Dios. Podríamos citar algunos y decir “yo conozco a Dios, él es omnipotente, omnisciente y omnipresente”, y estaríamos en lo correcto en la información acerca de él. Pero conocer a Dios es tener una relación de amistad con él.

Tomemos el siguiente ejemplo: cursaste toda la primaria y secundaria con tu mejor amigo, y después tuviste que mudarte a otro país. Pasan veinte años y un día se cruzan. ¿Podrías decir que lo conoces? En cierta manera sí, y probablemente ambos tengan muchos recuerdos, sin embargo, pasaron años y la relación ya no es lo que una vez fue. Dios es una persona y quiere ser nuestro amigo, conocerlo es tener una relación con él. Pero si paso mucho tiempo sin relacionarme con Dios (sin orar ni estudiar su Palabra), ese lazo se enfría y ya no sentimos que lo conocemos. Así, nuestra confianza en él cambia y nuestro amor por él se enfría o desaparece.

Es por eso que, para conocer a Dios, hay un único camino y que debe ser repetido una y otra vez, cada día de nuestra vida. ¿Cómo conociste a tus mejores amigos? Compartiendo juntos, ya sea en el aula, el trabajo o el barrio. Pasando tiempo con ellos. De igual manera, necesitamos pasar tiempo con Dios. Hay un pasaje en la Biblia que refleja perfectamente esto. El texto se refiere al llamado apostólico, pero se aplica igualmente a cada uno de nosotros: “Y estableció a doce, a quienes llamó apóstoles, para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar” (Mar. 3:14). Jesús nos llama a estar con él, ese es el primer paso para poder conocerlo realmente.

Ahora pensemos, ¿cómo estamos con él?: “El que me ama, guardará mi palabra. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos con él” (Juan 14:23). “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando… Esto os mando: que os améis los unos a los otros” (Juan 15:14, 17). “En esto sabemos que conocemos a Dios, si guardamos sus mandamientos. El que dice ‘yo lo conozco’, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él… Por esto sabemos que estamos en él. El que dice que está en él debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:3-6).

Notemos que Jesús dice que lo conocemos cuando guardamos su Palabra, guardamos sus mandamientos y amamos a los demás. En otras palabras, vivimos como él vivió, siguiendo su ejemplo. Para que eso pase, necesitamos dedicar tiempo a Dios: él nos habla por la Biblia y nosotros le respondemos por la oración. Al principio es difícil, como cuando tenemos que pasar tiempo con alguien que no conocemos bien y hay un silencio incómodo. Tiene que pasar tiempo para que se rompa el hielo y exista confianza.

¿Tengo que leer alguna parte específica de la Biblia? Es necesario estudiarla toda, porque toda la Escritura es útil (2 Tim. 3:16), pero Elena de White nos recomienda lo siguiente: “Sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Debemos considerarla punto por punto, y dejar que la imaginación capte vívidamente cada escena, especialmente las finales de su vida terrenal” (Testimonios para la iglesia, Tomo 4, p. 367).

Hacer esto cada día y sostenerlo en el tiempo es la única manera de conocer a Dios. Solo lo podemos conocer en la medida en que mantengamos ese contacto, porque ahí ocurre un milagro: somos transformados a su imagen (2 Cor. 3:18); y entonces viene la segunda parte de Marcos 3:14, donde somos enviados a predicar, a dar a conocer a otros a ese Dios que nosotros estamos aprendiendo a conocer. “¡Oh, si conociéramos al Señor! Esforcémonos por conocerlo. Él nos responderá, tan cierto como viene el amanecer o llegan las lluvias a comienzos de la primavera” (Ose. 6:3, NTV).

Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

Escrito por Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Morón, Buenos Aires, Argentina.

¿Es necesario volver a la iglesia?

¿Es necesario volver a la iglesia?

¿Es necesario volver a la iglesia?

La vida espiritual después de Zoom.

“¿Tenemos que volver a reunirnos en la iglesia el sábado por la mañana, para el repaso de la lección? Es mucho más cómodo hacerlo por medio de Zoom, y después ver el sermón online. Puedo hacerlo desde mi cama mientras desayuno o almuerzo”.

Sí, el tema está instalado y fue motivo de debate en una reunión de jóvenes a la que asistí mientras reflexionábamos sobre cómo volver a la “normalidad” después de pasar meses en cuarentena.

Esta pregunta es muy válida (incluso si no hubiésemos padecido la COVID-19): “¿Por qué debería concurrir a la iglesia? No tengo amigos, la gente me mira mal, son todos hipócritas…” Y la lista puede seguir.

Separemos por un momento el tema de la pandemia, de los protocolos sanitarios y de las excepciones en general, y pensemos en cómo responderíamos a esta pregunta: ¿Debo ir a la iglesia? Después de todo, ¿no decimos siempre que la salvación es individual? Entonces, ¿para qué vamos a reunirnos en un lugar? Es probable que alguna vez te hayas preguntado lo mismo, o conozcas a alguien que lo esté pensando.

Algunas respuestas

Por eso, quiero invitarte a reflexionar brevemente sobre cuáles son las razones para congregarnos en la iglesia.

Empecemos por lo más simple: la iglesia no es un edificio; eso sería el templo. Pero la iglesia somos nosotros. La palabra “iglesia” viene del griego ekklesía, y se refiere a un grupo o comunidad. Por eso, Jesús declaró que “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:20, NVI). Los discípulos constituían una iglesia al reunirse en las casas, en la sinagoga, junto al río o en las catacumbas. Los cristianos en los primeros siglos del cristianismo fueron perseguidos por su fe, y por eso no tenían otra opción más que reunirse donde pudieran hacerlo.

La Biblia habla de la iglesia como una comunidad de fe. Y esto no puede darse en soledad. El propósito de esta comunidad de fe es adorar a Dios (Juan 7:24) y predicar su Palabra y cumplir con la misión de predicar el evangelio a todo el mundo (Mat. 24:14).

Entonces, voy a la iglesia para ser parte de esta comunidad, para relacionarme con la hermandad, más allá de los defectos o las luchas que todos podamos tener.

Mucho más que una “juntada”

No sé cuál sea tu experiencia hoy, pero cuando vemos la descripción que hace la Biblia de los primeros cristianos podemos notar que para ellos participar en la iglesia era algo más que solo juntarse por dos horas un sábado: “Eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración” (Hech 2:42, DHH). No solo estudiaban la Palabra, sino también se relacionaban entre sí, compartían sus necesidades, oraban, sociabilizaban, se servían unos a otros (Gál. 5:13), soportaban las cargas de los demás (Efe. 4:2).

Podríamos decir que quizá no encontramos esto en nuestra iglesia, y por eso no queremos asistir. Pero tenemos el ejemplo de Jesús, quien tenía la costumbre de concurrir a la sinagoga todos los sábados (Luc. 4:16). Es interesante pensar que él asistía a la iglesia cada semana desde pequeño, donde seguramente le tocó experimentar varias de las cosas que hoy algunos usan como razones para no congregarse más. Pero Jesús siguió yendo, y se nos dice que debemos seguir sus pasos (1 Ped. 2:21).

Como bien mencionan algunos, la salvación es individual, ya que depende de nuestra relación personal con Dios (Efe. 2:8, 9); sin embargo, en el momento en que aceptamos a Jesús somos parte del “cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12:27). Ya somos miembros de su iglesia, y todos los miembros son necesarios para su buen funcionamiento (12:14-20). Pablo declara que cada uno recibió de parte de Dios un don, dado a nosotros para ponerlo al servicio de la iglesia, es decir, de las personas que conforman nuestra comunidad de fe. Cuando todos los feligreses participan juntos, haciendo uso de sus dones, todos los miembros crecen en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios; maduran en el Señor, hasta llegar a la “plena y completa medida de Cristo” (Efe. 4:7-13). Es este el resultado final de que nos congreguemos, de que participemos en nuestras iglesias siendo “humildes y amables”, “pacientes unos con otros”, tolerando “las faltas por amor” (Efe. 4:2).

Un repaso general del libro de Hechos de los apóstoles o de las cartas paulinas nos ayudará a comprender que no existe la iglesia ideal, donde no haya conflictos. Basta mirar la propia iglesia de Jesús, con sus doce apóstoles, para que no queden dudas. Pero somos necesarios a fin de cumplir con nuestra función específica, para ayudar a los demás a desarrollarse, para que la iglesia crezca sana. Incluso si todavía no puedo definir cuál es mi don, incluso si no es lo más cómodo, “no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca” (Heb. 10:25, NTV).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2021.

Escrito por  Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Morón, Argentina.

Ideas para trabajar Conexión 3T 2021

Ideas para trabajar Conexión 3T 2021

La revista es una buena alternativa que los docentes pueden utilizar para trabajar en clases con sus alumnos. De cada edición impresa se pueden extraer lecciones que impactarán la vida de los adolescentes y jóvenes. Compartimos ideas y proyectos para trabajar con la revista impresa del tercer trimestre de 2021.

Objetivos

  • Analizar los temas presentados, sea de manera individual o grupal, y establecer grupos cooperativos para intercambiar opiniones con el fin de llegar a conclusiones que permitan el crecimiento personal de cada uno de los estudiantes.
  • Reconocer que Dios nos creó para vivir en comunidad los unos con los otros.
  • Fomentar acciones de servicio hacia los demás, reconociendo a Jesús como nuestro mejor modelo de servicio.
  • Valorar las relaciones familiares y de amistad que llenan nuestras necesidades emocionales.

Rio

Rio

Rio

Colorido y emoción en los primeros Juegos Olímpicos desarrollados en Sudamérica.

Conocidos como los Juegos de la XXXI Olimpiada, los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Río 2016​ se llevaron a cabo en Río de Janeiro (Brasil) entre el 5 y el 21 de agosto de ese año. En esta edición participaron 11.551 atletas de 207 comités olímpicos nacionales (se destacaron el de Kosovo y el de Sudán del Sur, al participar por primera vez), que compitieron en 306 eventos de 28 deportes, incluyendo el rugby 7 y el golf.

La elección de Río hizo historia, ya que era la primera vez que un evento tal se realizaba en un país sudamericano (y la segunda vez en un país de Latinoamérica, ya que la primera edición fue México 1968).

Otro dato interesante es que Brasil se convirtió en el cuarto país que organiza de forma consecutiva la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos (México en 1968 y 1970; Alemania en 1972 y 1974; y Estados Unidos en 1994 y 1996).

Nadando hacia la gloria

Sin duda, la estrella de estos JJ.OO. fue el estadounidense Michael Phelps, quien obtuvo 5 medallas de oro y una de plata en Natación. Río 2016 fueron los últimos Juegos del llamado “tiburón de Baltimore”, quien se convirtió, en esta notable despedida, en el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, con un total de 28 medallas.

Este inmenso nadador también posee los récords de más medallas olímpicas de oro (23), más medallas de oro en eventos individuales (13) y más medallas olímpicas en eventos masculinos (15).

Más allá de estos logros, en Río 2016 (y en el mismo deporte de Phelps) también brilló Katie Ledecky (Estados Unidos), quien se quedó con 4 oros y una medalla de plata.

Además, merecen una mención especial Simone Biles (Estados Unidos), con 4 oros y un bronce en gimnasia artística; Katinka Hosszú (Hungría), con 3 oros y una plata en natación; Usain Bolt (Jamaica), con 3 oros en atletismo; Jason Kenny (Reino Unido), con 3 oros en ciclismo de pista; Danuta Kozák (Hungría), con 3 oros en piragüismo; y la Selección de Fútbol de Brasil, que obtuvo por primera vez la medalla de oro.

Un tropezón no es caída

Con certeza, podemos afirmar que uno de los momentos más emotivos de estos Juegos, en el que se advirtió –por sobre todo– el espíritu olímpico, ocurrió en la prueba de clasificación de los 5 mil metros femeninos.

La atleta neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D’Agostino protagonizaron un desafortunado, pero (finalmente) emotivo, incidente.

Al iniciar la carrera, Hamblin se precipitó al suelo con el doble infortunio de caerse y hacer caer (de manera involuntaria) a D’Agostino, quien corría detrás de ella y se la llevó por delante. Mientras la atleta de Nueva Zelanda yacía en el suelo retorciéndose por el dolor, la estadounidense la ayudaba a levantarse y la alentaba a seguir. “Continúa, estos son los Juegos Olímpicos, tenemos que terminar”, le dijo, aunque ella estaba lesionada.

Las dos llegaron últimas a la meta, momento en que la estadounidense fue retirada en silla de ruedas. Hamblin fue decimoquinta, con 16:43.61, y D’Agostino decimosexta, con un tiempo de 17:10.02 y retirada en silla de ruedas.

Al final, las dos terminaron fundidas en un abrazo. Podría haber sido un momento de controversia o de ira, pero se convirtió en una manifestación de solidaridad, de ayuda al prójimo y de unidad en la dificultad.

Los aficionados presentes en el estadio las vitorearon y las aplaudieron por la exhibición excepcional de verdadero espíritu deportivo de ambas competidoras.

Nunca faltan las complicaciones

Como todo gran evento, estos juegos no estuvieron exentos de crisis y problemáticas. Una de ellas, y tal vez la más criticada por los organismos internacionales, fue el retraso en la terminación de las instalaciones a fin de contar con la infraestructura adecuada para la magna cita deportiva. En 2014, fuentes del Comité Olímpico Internacional consideraban que la preparación del país era la peor que se hubiese visto hasta entonces y que, a esa altura del cronograma, Atenas 2004 tenía el 40 % de la infraestructura; Londres 2012, el 60 %; y Brasil solo tenía el 10 %.

Más allá de estos lógicos planteos, en Río 2016 emergió una problemática de sanidad preocupante: Debido al brote de virus del Zika en 2015 y 2016 en América, 150 expertos de la salud pidieron posponer los Juegos Olímpicos debido a los problemas de salud que podía ocasionar, así como para evitar que el virus se expandiera por todo el mundo.

Por último, cabe destacar las problemáticas sociales y beligerantes de estos juegos. La construcción de zonas como la Villa Olímpica y el Parque Olímpico implicó el desalojo y la expropiación de asentamientos irregulares adyacentes. Así, múltiples organizaciones populares resistieron los desalojos y se enfrentaron con la policía para evitar perder sus casas. Por otra parte, el 25 de julio de 2016 se detuvo a doce personas sospechosas de planificar un atentado terrorista durante las Olimpiadas.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2021.

Escrito por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y Guardavidas profesional. Es autor del libro Por la corona de la vida. Si deseas obtenerlo, puedes comunicarte con él, escribiendo a: ottinpecchio@hotmail.com