¿Amigos o no?
En nuestro encuentro pasado hablamos sobre la amistad entre cristianos y no cristianos, y nos preguntamos si era posible o debería evitarse. A continuación, resumiremos algunos de los conssceptos que mencionamos:
- La amistad es un camino de dos vías, donde la influencia es inevitable.
- Los fariseos eligieron alejarse de las personas que consideraban malas para no ser influenciadas por ellas.
- Jesús no fue así. Él no rechazaba a las personas por causa de sus pecados. Su amistad tenía un objetivo claro: acercarlas al Padre, restaurar en ellas la relación con el Cielo.
En otras palabras, y considerando lo anterior, debemos ser sabios al elegir nuestras amistades, pero también debemos considerar la misión que tenemos de ser luz del mundo y sal de la Tierra (Mat. 5:13, 14).
Jesús, en su oración al Padre, dijo que, si bien no somos del mundo, él no pedía que seamos sacados del mundo sino guardados de él (Juan 17:15-17). Jesús mismo fue cuestionado por algunas de las personas con las que se asociaba: cuando fue a la fiesta en casa de Leví Mateo (Mar. 2:15-17); con la mujer samaritana (Juan 4:27); cuando dejando a la multitud que lo seguía se fue a comer a casa de Zaqueo (Luc. 19:5-7); por mencionar algunos casos.
En cada ocasión, Jesús usó su amistad para influenciar de manera redentora a las personas con las que se relacionaba. Nuestra amistad, por el mismo principio de influencia, debe ser una bendición para nuestros amigos.
Pero eso solo será posible si somos amigos de acuerdo con la visión de Dios y no de la sociedad. ¿Cuáles son entonces las características de un amigo cristiano según la Palabra de Dios?
En primer lugar, como principal característica, está el amor incondicional. El amor es el impulso que lleva a todo lo demás. Pero hay dos tipos de amor diferentes:
Uno nos impulsa a acercar a las personas a Dios. Es un amor que:
- Guía a sus amigos por el buen camino (Prov. 12:26).
- No traiciona la confianza que le fue dada (Prov. 16:28).
- Perdona las faltas y los errores de sus amigos, aunque estos se repitan (Prov. 17:9; Mat. 18:22).
- No se aparta en los momentos difíciles (Prov. 17:17).
- No es violento ni agresivo (Prov. 22:24, 25).
- Escucha y aconseja (Prov. 27:9).
- Ayuda a mejorar el carácter, confrontando las decisiones de sus amigos, advirtiéndoles claramente cuando algo está mal (Prov. 17:5, 6; 27:17).
- Trata a los demás como espera ser tratado (Luc. 6:31).
- Respeta las opiniones, las decisiones y las acciones (Rom. 12:10).
- Ayuda a llevar las cargas, se involucra de forma real. No teme compartir sus alegrías ni su dolor (Gál. 6:2; Rom. 12:15).
- Está dispuesto a dar su vida por sus amigos (Juan 15:13).
Ama a sus amigos, incluso cuando estos se alejan de Dios (Job 6:14). - Ora por sus amigos (Efe. 1:15, 16).
- Habla de Dios “a sus compañeros” (Mal. 3:16, NBV).
- Este amor de un amigo es una influencia positiva que refleja el amor de Dios por las personas.
Lamentablemente, hay también otro tipo de “amor” que es destructivo. Elena de White lo expresa de la siguiente manera:
“Hay un elemento llamado amor que nos enseña a alabar y halagar a nuestros semejantes y a no decirles fielmente el peligro que corren, y a no amonestarlos y aconsejarlos para su bien. Este amor no proviene del Cielo. Nuestras palabras y nuestras acciones deberían ser serias y fervientes, especialmente ante los que descuidan la salvación de su alma […]. Si nos unimos con ellos en liviandad, vulgaridad y búsqueda del placer, o en cualquier hecho que desplace la seriedad de la mente, les estamos diciendo constantemente con nuestro ejemplo: ‘Paz, paz; no os perturbéis. No hay razón para que os alarméis’. Esto es como decirle al pecador: ‘Todo te saldrá bien’ ” (A fin de conocerle, ver cita online en su contexto).
Si tenemos una relación real con Cristo, si lo ponemos en primer lugar por medio de la oración y del estudio diario de su Palabra, entonces su amor se verá reflejado en todas nuestras amistades.
Tendremos un tipo de amor que no calla cuando ve a quienes ama en peligro. No tendremos vergüenza ni temor de hablarles de nuestra fe. Tampoco dejaremos de amarlos o ayudarlos en momentos de necesidad, incluso aunque ellos se distancien de nosotros por causa de nuestra fe.
Ese fue el ejemplo de Jesús.
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.
Escrito por Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Mar del Plata.
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