Taj Mahal: Cumplir un sueño
Cuando descendí del taxi que me había trasladado desde el hotel, sentí la emoción de que pronto se iba a cumplir uno de mis mayores deseos al viajar a la India: el poder conocer personalmente el más emblemático de los monumentos con que cuenta este país.
El Taj Mahal, reconocido en 1983 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, fue construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, por el emperador musulmán Shajahan en honor de su esposa favorita, Argumand Banu Begum, quien murió en el parto de su decimocuarta hija.
Al trasponer la puerta que da a la calle, encontré que estaba rodeado por un hermoso parque que abarca 17 hectáreas. Para llegar al parque, tuve que pasar junto a una larga fuente de agua, que transmitía paz y sosiego al caminante. Luego de ascender por una escalinata, pude acceder a su interior, donde observé que si bien se habían sustraído las piedras semipreciosas y lapislázuli que originalmente habían adornado sus muros, no por ello había perdido belleza el conjunto de su ornamentación. Y, a pesar de la inmensa muchedumbre presente, ya que entre siete y ocho millones de personas concurren anualmente a verlo, solo se podía percibir un suave murmullo, como queriendo acompañar el sentimiento de su constructor.
Una de las cosas que más disfruté fue el sentarme en uno de los muchos bancos que hay en el parque, y admirar desde allí la silueta del majestuoso mausoleo, con su enorme cúpula de mármol blanco.
Cuando me retiré, percibí en el rostro de la mayoría de sus visitantes que sus expectativas habían sido satisfechas. Al ver esto, pienso en cuán profundamente habrán sido impresionados durante siglos, por medio del Espíritu de Dios, los corazones de los adoradores al llegar a Jerusalén y ver en el Templo de Salomón el amor del Padre y del Hijo, cuando este entregó en forma voluntaria su propia vida por toda la humanidad.
Texto: Analía Giannini, docente de Ciencias Naturales, nutricionista, escritora y viajera incansable.
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2019. Escrito por Analía Giannini, docente de Ciencias Naturales, nutricionista, escritora y viajera incansable.
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