¿Es correcto pedir «señales» a Dios?

Dic 30, 2021 | Artículo destacado, Preguntas existenciales | 2 Comentarios

Claves para saber si las decisiones que tomas son correctas.

Hablar del tema de las señales es entrar en un terreno muy personal y subjetivo. Todos hemos escuchado historias de señales dadas por Dios que confirmaron a uno u otro lo que debía hacer. Y podría ser que hayamos experimentado algo similar en nuestra vida. Cuando hablamos de “señales”, una de las primeras historias que viene a nuestra mente se encuentra en Jueces 6, la de Gedeón y el famoso vellón. Repasemos los eventos:

Dios llama a Gedeón para librar a su pueblo. Y Gedeón pide una señal para ratificar ese llamado. Así, presenta una ofrenda en el altar que es consumida por fuego divino. No conforme con esto, unos días después vuelve a pedir a Dios otra señal (la del vellón). Esta segunda señal no lo convencerá tampoco, y lo lleva a pedir una tercera señal (Juec. 6:39, 40).

Este relato nos muestra la débil fe de Gedeón y su insistencia en poner a prueba a Dios. Gedeón no pide señales para saber qué debe hacer. Las que pide son para que Dios pruebe si tiene el poder de hacer lo que promete. Claramente, no es un ejemplo para nosotros.

Aunque en el Antiguo Testamento tenemos algunos otros ejemplos de personas que pidieron señales a Dios, como Jonatán o Eliezer, siervo de Abraham, sería bueno recordar que se trata de tiempos en los que la Palabra de Dios no estaba al alcance de todos, como nosotros la tenemos hoy.

Es bastante normal entre los jóvenes que sus pedidos de señales tengan que ver con el noviazgo, y ese es el contexto del pedido de Eliezer.

La historia íntegra se encuentra en Génesis 24:10 al 21, donde el siervo es enviado a buscar una esposa para Isaac en la tierra donde viven sus parientes. Si bien es cierto que el siervo ora y pide una señal, esta no se trata de eventos sobrenaturales, sino que tiene que ver con una prueba del carácter de la joven. En otras palabras, en lugar de pedir señales, deberíamos mirar el carácter de la persona que nos atrae (entre otras cosas, desde luego, como su fe). Ese fue el caso de Rebeca: demostró tener un espíritu de servicio desinteresado. ¡Y esa fue la señal!

Por otra parte, en el Nuevo Testamento tenemos a personas que se acercaron a Jesús para pedirle señales, a quienes su respuesta siempre fue: “Esta generación mala y adúltera demanda señal. Pero no le será dada otra señal que la del profeta Jonás” (Mat. 12:38; 16:1-4; Juan 6:30). Jonás estuvo, según relata en su libro, tres días en el vientre de un gran pez y luego salió. Así también, Jesús estaría tres días en la sepultura y luego volvería a vivir; ese fue el significado de sus palabras. ¿Por qué Jesús respondió de manera tan dura a ese pedido de los fariseos? “A pesar de haber realizado tantas señales ante ellos, no creían en él” (Juan 12:37).

Jesús había obrado muchos milagros, pero a pesar de esas señales no creían en él. En cierta ocasión, por medio de una historia, dijo lo siguiente: “Si no creen en Moisés y los profetas, tampoco se persuadirán, aunque se levante alguno de los muertos” (Luc. 16:31). Es decir, si no creemos a partir del estudio de la Biblia, no hay señal que alcance para convencernos realmente.

A veces pedimos una señal solo para tener confirmación de la voluntad de Dios cuando en primer lugar deberíamos orar y estudiar la Palabra divina. No podemos pedir a Dios señales sobre cosas para las que él ya ha revelado su voluntad en la Biblia. Si está revelado, entonces es nuestro deber estudiar, orar, reflexionar, usar las capacidades mentales que el Señor nos ha dado, y entonces actuar en función de lo que está escrito. Hacer lo contrario es buscar excusas para poder hacer lo que queremos hacer, o para no tener que pensar.

Dios no nos da todas las respuestas de forma inmediata, en un solo versículo. Hay ocasiones en que debemos profundizar y buscar comprender los principios de la Biblia y cómo se aplican a nuestro caso. Hemos recibido la capacidad para razonar, y la promesa de que su Espíritu nos iluminará el entendimiento a medida que estudiamos su Palabra (Sal. 119:105, 130; 2 Tim. 3:16, 17). Como adventistas, tenemos también los escritos de Elena de White para estudiar en busca de consejo y dirección. También se nos orienta de forma abundante a que pidamos el consejo de otras personas (Prov. 12:15; 19:20, 21; 24:6).

Si ya hemos hecho esto, y aún no está claro cuál sea la mejor decisión por tomar, escuchemos el consejo de Pablo: “La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, enseñando y exhortándoos unos a otros con toda sabiduría. Cantad a Dios salmos, e himnos y canciones espirituales, con gratitud en vuestro corazón. Y todo lo que hagáis, sea de palabra o de hecho, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por él” (Col. 3:16, 17). Hazte luego la siguiente pregunta: si tomo tal o cual decisión, ¿puedo seguir experimentando en mi vida el cumplimiento de este versículo? ¿Puedo hacerlo en el nombre de Jesús? ¿Será Dios glorificado? Si la respuesta es positiva, sigue adelante y confía en que Dios abrirá y cerrará puertas para dirigir tu camino conforme a su voluntad.

Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.

Escrito por Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Morón, Argentina.

2 Comentarios

  1. Jimena

    ¡Excelente!

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    • Revista Conexión 2.0

      ¡Gracias Jimena! ¡Que Dios te bendiga!

      Responder

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