No estoy interesado
¿Por qué tengo que prepararme para ir al cielo?
¿Alguna vez te preguntaste por qué ir al cielo? Al principio, la pregunta nos toma por sorpresa; parecería ser obvia la respuesta, pero no lo era para el joven que la estaba formulando. ¿Por qué ir al cielo? ¿Qué de interesante tiene para mí?
Por mucho tiempo se ha presentado una idea errónea sobre el cielo: si hay que aceptar que la eternidad es estar acostado sobre una nube blanca tocando un arpa, pocos quisieran ir. No suena muy interesante, ¿verdad? Para otros, la principal razón para ir es el miedo al infierno, un concepto totalmente erróneo que se introdujo en el cristianismo siglos atrás.
Pero ¿qué dice la Biblia sobre el cielo? ¿Qué nos dirían los apóstoles y los profetas si les preguntáramos al respecto? Observa algunas características.
- Es tan maravilloso que las palabras no alcanzan para describirlo. Ni siquiera somos capaces de imaginarnos todas las cosas que Dios tiene preparadas para quienes lo aman (1 Cor. 2:9).
- Volveremos a ver a nuestros seres queridos (1 Cor. 15:52).
- El cielo será en la Tierra, pero completamente renovada. No habrá necesidad de dormir nunca. No habrá noche, porque la gloria de Dios ilumina siempre la ciudad. No tendremos cansancio. La ciudad estará cubierta de joyas y piedras hermosas (Apoc. 21:1-12).
- El Edén estará totalmente restaurado, y podremos comer el fruto del árbol de la vida (Apoc. 22:1, 2).
- No habrá más muerte, ni llanto, ni dolor (21:4).
- Las personas harán planes, edificarán, trabajarán, cumplirán sus sueños. Los animales convivirán en paz con las personas y unos con otros (Isa. 65:21-25). No habrá más enfermos (33:5, 6).
- Además, en su libro La Segunda Venida y el cielo, Elena de White escribe lo siguiente:
- Podremos continuar con el estudio y el aprendizaje de los grandes misterios del Universo, teniendo a Dios como Maestro (pp. 139, 141).
- Todas nuestras dudas, todos nuestros grandes interrogantes durante esta vida, hallarán respuesta, y lo que hoy nos parece oscuro será claro como el día (p. 143).
- Todas nuestras habilidades y talentos podrán desarrollarse ilimitadamente. No solo será un crecimiento espiritual, sino mental, físico y social. Se cumplirán nuestros sueños, se realizarán nuestras mayores ambiciones (p. 145).
- Todas estas son razones válidas, son motivos por los cuales quisiéramos ser parte del cielo:
- Volver a ver a nuestros seres queridos que hoy ya no están con nosotros.
- Vivir para siempre, sin más sufrimientos y en paz.
- Pero todo esto no es suficiente; el cielo es mucho más que un lugar, por más maravilloso que sea. Tiene una razón más.
¿Alguna vez te reencontraste con alguien a quien querías mucho, luego de un largo período? El cielo es un reencuentro con nuestro mejor Amigo.
Por eso Pablo afirma que todos “nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo” (Fil. 3:20).
Si no amamos a Jesús, si no anhelamos recibirlo, el cielo nunca será cielo, sin importar cuántas cosas lindas tenga. Ojalá podamos decir junto al salmista: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra” (Sal. 73:25, NVI).
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2019. Escrito por Santiago Fornés, capellán del Instituto Adventista de Mar del Plata, Argentina.
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