Hoy: Cinque Terre
Ubicada a solo una hora de Génova, Italia, se encuentra una de las regiones costeras más atractivas del país. Desde Roma es posible tomar un tren a la ciudad de Spezia, que sirve de parada estratégica para visitar los encantadores pueblos de la región denominada Cinque Terre (Cinco tierras). Nos referimos a: Monteroso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore.
Mi hospedaje en Spezia se hallaba a 200 metros de la terminal de trenes. Allí pude conseguir un mapa donde figuraba la distancia entre los famosos pueblos.
Para mí, lo más conveniente es sacar un boleto libre, que te permite utilizar el tren todas las veces que lo necesites durante el día. El boleto de tren se lo puede comprar a través de las máquinas expendedoras o en la misma boletería de la terminal.
Monteroso fue mi primer destino porque tiene las playas más extensas de la zona. Un sobresaliente peñón sobre el mar presenta una vista muy atractiva.
Para visitar Vernazza opté por el senderismo. A través de estos caminos se puede observar cómo cultivan el terreno aprovechando al máximo las terrazas modeladas por el hombre. Es un pueblo con variedad de negocios y un puerto con una ensenada natural que permite el atraque de medianas embarcaciones.
Corniglia se sitúa en el centro de Cinque Terre. Es el pueblo más pequeño de la región. Para llegar hay que subir una escalinata de 382 escalones. Por su ubicación, sobre un promontorio circundado por viñedos con vista hacia el mar, fue el pueblo que me resulto más atractivo.
Visitar Manarola al amanecer fue la mejor opción para evitar la sobrepoblación de los turistas. Es el segundo pueblo más pequeño, situado en una colina, encerrado entre dos espolones rocosos. Cada sitio se vuelve una postal y todas las vistas resultan acogedoras.
Riomaggiore es el final o comienzo del recorrido, situado en el valle de Río Maggiore, es el pueblo más emblemático lleno de colores y alegría.
En 1977, Cinque Terre junto con Portovenere, las islas Palmaria, Tino y Tinetto fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Al finalizar mi estadía agradecía a Dios su cuidado y protección. El hombre puede edificar, construir, hacer grandes monumentos, pero nada se compara con la creación de Dios. Estar en contacto con la naturaleza nos permite admirar la creación y conectarnos con nuestro Dios: “¡Aclamen al Señor, porque él es bueno, porque su misericordia es eterna! (1 Crón. 16:34, RVC).
Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.
Escrito por Analía Giannini, docente de Ciencias Naturales, nutricionista, escritora y viajera incansable.
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