…dejar la droga

Jul 3, 2019 | Artículo destacado, Yo pude | 0 Comentarios

Dios siempre nos llama. Nunca lo olvides. Lo hizo conmigo. Mi historia es muy larga. Casi desde niño sufrí y la pasé muy mal. Fueron muchos años de tremenda angustia. A los trece años ya tenía muchos vicios. El peor era la droga. Mi vida estaba llena de dificultades.

Pasaba muchas necesidades económicas. En esa época yo iba a pedir limosnas en las cercanías del cementerio de La Recoleta, en la ciudad de Asunción, Paraguay. Pero el dinero que conseguía era para la droga. Empecé a robar. Todo por la droga.

¿Sabes? En un cementerio se ve de todo. Es increíble las miles de facetas que tiene la vida… y la muerte. Pero, entre tantas cosas, algo captó mi atención para siempre. Una vez, los familiares que estaban enterrando a una persona cantaban una canción muy bonita. Años más tarde, sabría que se trataba de un himno que se cantaba en la Iglesia Adventista. El canto decía: “Más allá del sol… yo tengo un hogar”. ¿Imaginas lo que esas palabras significaban para mí? ¿Tener un hogar en el cielo, una esperanza más allá del sol?

A los 16 años pude salir de las drogas, gracias a un matrimonio que me enseñó la Biblia. Conocí a una señorita y tuvimos un hijo. Pero al poco tiempo todo se derrumbó otra vez. Caí de vuelta en la droga, engañé a mi pareja y empecé a correr carreras nocturnas en moto. Otra vez el caos llegó a mi vida.

Luego, mi hijo se enfermó con dengue, pero Dios le salvó la vida. Mi mujer me perdonó y volvimos a estar juntos. Me dijo que, si ella me daba otra oportunidad, seguramente Dios también me la daría. Así que, de rodillas, le pedía a Dios que me ayudara a cambiar. Quería conocer la Biblia y la verdad.

Un día, encontré la Radio Nuevo Tiempo, de la Iglesia Adventista. Me gustó porque enseñaban de la Palabra de Dios. En esa radio escuché a un cantante llamado Danny Pires. Él entonaba una canción titulada: “El Rey te mandó a llamar”. Sentí que ese canto era para mí, que el Rey del universo me estaba llamando. Y que yo, más allá de cómo había sido mi vida, podría estar ante su presencia.

Pedí a la radio los cursos de estudio de la Biblia. Me visitaron. Aprendí mucho. Y, un día, decidí unirme a la Iglesia Adventista de Caacupé. Esto fue una hermosa bendición en mi vida.

Dios también te llama. No importa dónde estás. Hay un lugar para ti. Nunca digas “no puedo”. Para Dios nada es imposible. La mayor y mejor decisión que puedes tomar en la vida es la de ser fiel a Dios. Yo pude gracias a él.

Este artículo es parte de la versión impresa de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2019.

Escrito por Junior Rolón, Iglesia Adventista de Caacupé, Asunción.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *